La Basílica acogió un año más los oficios del Jueves y Viernes Santo y, en la media noche del Domingo de Resurrección, la Solemne Vigilia Pascual.
El Triduo Pascual, centro litúrgico de la Semana Santa, se celebró con gran solemnidad en la Basílica de Jesús del Gran Poder. Así en la tarde del Jueves Santo, sin solución de continuidad a las miles de visitas que recibieron nuestros sagrados titulares preparados sobre sus pasos para la Estación de Penitencia, se celebró la Santa Misa In Coena Domini. A la conclusión de la misma, se procedió al traslado en procesión de Su Divina Majestad bajo palio al monumento preparado en la Capilla del Sagrario, en el que quedaría reservado para la veneración y oración, en especial de los hermanos nazarenos que a su llegada al templo se postraban ante el Cuerpo de Cristo.
En la tarde del Viernes Santo fue la Acción litúrgica en memoria de la Pasión y Muerte del Señor, con la lectura de la Pasión y el acto de adoración de la Santa Cruz al conmemorarse el instante en el que el Señor murió en el patíbulo, como ejes de la celebración.
Como acto central y culmen de la Semana Santa, en la noche del Sábado Santo, se celebró la Solemne Vigilia Pascual, con el rito del fuego y de la luz, símbolos de quien es la Luz del Mundo y de su triunfo sobre la muerte en Resurrección gloriosa.