El Correo de Andalucía, 29 de julio de 2006
Lo han bordado y han conseguido hilar lo más difícil para dejar contentos a todos. El Señor es el mismo, con un registro más rico de valoraciones que lo hacen más humano, más cercano al devoto.
El paso del tiempo sigue presente en esos pequeños cráteres que ya forman parte indisoluble de la personal terribilita con la que el tiempo ha dotado al Nazareno. La delicada y magistral limpieza, las puntuales reintegraciones nos han revelado un rostro atormentado, dulce y hermoso, el del Cristo de Montserrat antes de ser crucificado. En la corona se hace visible la cabeza de la serpiente que le da forma; cabellera y barba recuperan vida y tersura y el rostro recupera infinidad de matices que descubren la extraordinaria belleza de una obra de arte inmarcesible e inmortal. Isabel Poza, Raimundo y Joaquín Cruz Solís han firmado el último capítulo de una carrera excepcional y entran por derecho propio en los anales de las cofradías sevillanas y de la propia ciudad. Son los mejores.