Para conocimiento de todos nuestros hermanos, fieles devotos y seguidores, reproducimos a continuación la entrevista publicada en el diario ABC de Sevilla el pasado 31 de mayo, en la que se analiza la situación actual de la Hermandad, determinada por la situación de pandemia mundial que estamos viviendo y algunos aspectos del Año Jubilar 2020 y de aniversario del Señor en el que seguimos inmersos.
«El Gran Poder irá a los Pajaritos en 2020, 2021, 2022 o 2027. Nuestro arzobispo está de acuerdo»
Jesús Álvarez
El hermano mayor del Gran Poder no cierra ninguna puerta ni descarta ningún escenario salvo el de que el Señor no haga la histórica misión en Tres Barrios prevista inicialmente para octubre de 2020, coincidiendo con el 400 aniversario de la fundación de la hermandad, y que la pandemia sanitaria ha venido a trastocar, como tantas otras cosas. «Será este año, el año que viene, el otro o cuando pueda ser, pero lo que es seguro es que el Señor irá a Los Pajaritos», dice rotundo Félix Ríos en esta entrevista.
La misión del Señor del Gran Poder en los Pajaritos y Tres Barrios para celebrar los 400 años fue una iniciativa pionera en el mundo de las hermandades. ¿Se podrá celebrarla tal y como estaba concebida originalmente?
La misión surge de una reflexión sobre cual ha de ser el papel de las hermandades, como asociaciones de laicos, en este nuevo siglo en el que la Iglesia nos pide insistentemente que asumamos una mayor responsabilidad en la evangelización de una sociedad cada vez más descreída. Siguiendo el mensaje del Papa Francisco, nos planteamos hace ya cuatro años salir a esas periferias existenciales en busca de los alejados, y gracias a Dios, la presencia permanente de la hermandad y los hermanos del Gran Poder en Tres Barrios es ya una realidad que perdurará. La visita del Señor es el tiempo fuerte de esa misión evangelizadora, y por pura providencia se quiso hacer coincidir con el IV centenario de su imagen, pero si no fuera posible realizarla en otoño, se hará en 2021, 2022 o 2027, cuando sea posible. Quienes esperan allí al Señor no entenderían otra cosa, como tampoco nuestro arzobispo, que ya me ha manifestado su acuerdo con esta posibilidad.
Fue el primer hermano mayor que dijo antes de que se tomara esa decisión que «no ocurría nada si se suspendían las procesiones», que eran más importante otras cosas.
Simplemente quise dejar claro, ante una audiencia de ámbito nacional que desconoce en su mayoría que son las hermandades en Sevilla, que los cofrades no somos personas inmaduras, que profesemos una religiosidad cuasi supersticiosa, como a veces se nos quiere retratar desde ese desconocimiento o desde otro tipo de intereses, ni por supuesto, que vivamos solo para la Semana Santa. Antes bien, somos conscientes del papel fundamental de nuestras hermandades como medio para vivir una dimensión trascendental de la persona, la religiosa, y de nuestra responsabilidad ante la sociedad desde la exigencia del Evangelio, que nos obliga a tratar de ser un elemento de transformación para mejorar nuestro entorno.
¿Por qué cree que se tiene esa imagen de inmadurez o de religiosidad supersticiosa las cofradías sevillanas de Despeñaperros para arriba?
Es innegable que existe una parte de esa religiosidad pero hay mucho más y creo que los medios de comunicación se centran más en esa pequeña parte. Un periodista de un medio de comunicación nacional me pidió que transmitiera a los navarros que no pasaba nada por suspender San Fermín, como si fueran comparables la Semana Santa de Sevilla y los Sanfermines.
José María Cabeza dijo no hace mucho en una entrevista con ABC que algunas hermandades estaban más pendientes de estrenar un manto de la Virgen que de fomentar los valores cristianos. ¿Qué opina?
Desgraciadamente esto a veces sucede, pero creo que esos casos son la excepción y no la regla. En general, creo que en las hermandades somos conscientes del papel subordinado, como medio, de lo patrimonial, que tampoco debemos demonizar -un manto, o cualquier otro enser, es una ofrenda, «oro fundido con oraciones», en palabras de Sánchez del Arco- respecto a nuestros verdaderos fines. Más me preocupan otras derivas a las que me he referido en otras ocasiones: la obsesión por el número, el fomento de la afición a lo cofradiero en lugar del enriquecimiento de la vida cristiana.
Dice Pedro Fernández Alejo, párroco del Polígono de San Pablo y capellán de Sevilla 1, que «se alegra de que todo el barrio acompañe el Lunes Santo al Jesús Cautivo» pero lamenta que «toda esa euforia desaparezca el martes y ya no vuelva la mayoría de la gente por la hermandad hasta el año siguiente».
Peor sería que tampoco el Lunes Santo fuera nadie, ¿verdad? Y eso es lo que ha sucedido en muchas partes de España, a menudo por despreciar como mero sucedáneo a la religiosidad popular. Quedémonos con lo bueno y pensemos que es un don del Señor -y por qué no, un mérito de las cofradías, que lo han fomentado- el que exista toda esa mies con la que trabajar. Ahí está nuestra responsabilidad, tanto la de quienes puntualmente gobernamos nuestras cofradías, como también la de los párrocos: ser buenos obreros y que los frutos de la cosecha sean cada vez más abundantes. Más que lamentarnos, lo que tenemos es que ponernos manos a la obra y será el Señor quien dé el incremento.
¿Cree que la Semana Santa de 2021 se parecerá a la de 2019 ?
Si ni los expertos, que hoy dicen una cosa y mañana la contraria, saben que va a pasar en los próximos meses, cómo voy yo a atreverme a pronosticar la próxima Semana Santa. En cualquier caso, los aforamientos son algo que ya se viene haciendo de unos años a esta parte. Todo lo que se haga en aras de una mayor seguridad, y en tanto en cuanto se haga con cabeza y no gratuitamente, no me parece mal, siempre que no llegue a desnaturalizarse del todo nuestra Semana Santa.
¿Vería con buenos ojos aforar el templo del Señor del Gran Poder por razones de seguridad, si fuera necesario?
Reitero lo dicho, por razones de seguridad, o sanitarias, y siempre que sean medidas lógicas, no se trata de verlo bien o mal. Sencillamente son cosas que hay que hacer, como hemos tenido que hacerlo ahora y los fieles lo han asumido perfectamente.
Su hermandad fue la primera en Sevilla que creó una bolsa de caridad. También ha abierto un local para prestar ayuda de todo tipo, no sólo alimenticia o de cosas perentorias sino también jurídica, a personas que la necesitan. ¿Han aumentado mucho las peticiones?
Forma parte de la nueva dimensión que hemos querido darle a la bolsa de caridad, especialmente en su actuación en Tres Barrios. Seguimos atendiendo como siempre necesidades alimenticias, de rentas, pero hemos incorporado otras de asesoramiento jurídico-administrativo, acompañamiento a presos y familiares, personas mayores e impedidas, apoyo escolar, fomento del empleo. Obviamente, la crisis económica, que no ha hecho sino comenzar, ha disparado la demanda, tanto de unos como otros servicios. El objetivo a largo plazo, desde la conciencia de la modestia de los medios con los que contamos, es poder dar una respuesta lo más integral posible. A corto plazo, colaborar con las parroquias en la cobertura de las necesidades básicas que se nos presentan.
¿Pidió a los hermanos que sacaran la papeleta de sitio cuando ya se sabía que no se iba a salir a la calle con el Señor para aumentar esa bolsa de caridad. ¿Cuál fue la respuesta de los hermanos a esa petición?
En la Hermandad siempre ha existido la papeleta simbólica para quien por edad, enfermedad o cualquier motivo, no podía realizar su estación de penitencia. En este caso era la propia estación la que se suspendía. En un momento, además, en que la bolsa de caridad se quedaba sin todas sus fuentes de ingresos -colecta de misas, cepillos, sillas de la salida del Señor- y las peticiones de ayuda se multiplicaban exponencialmente, la solución no podía ser otra. Agradezco la generosa respuesta de los hermanos (y también no hermanos que quisieron sumarse), doblando la recaudación habitual por este concepto.
La solidaridad parece un valor en alza. Sin embargo, un estudio de la Loyola dice que a medida que avanza la pandemia esta solidaridad empieza a decaer. ¿Lo ha percibido en su hermandad o te lo han comentado los hermanos mayores de otras hermandades?
Creo que entra dentro de la lógica humana el que, ante cualquier acontecimiento excepcional, como es el caso, reaccionemos con fuerza al principio y luego modulemos nuestro comportamiento. Forzando la comparación, es el mismo fenómeno al que se refería el párroco de San Pablo. Lo relevante en todo caso es que, una vez pasado ese primer momento, el nivel medio posterior esté por encima del precedente, y al menos en nuestro caso, eso sí lo hemos logrado, seguimos recibiendo ayuda para nuestra Bolsa de Caridad y en mayor cuantía que antes de esta crisis. De hecho el 95% de los ingresos percibidos desde marzo están dirigidos a la Bolsa.
¿Cómo cree que pueden contribuir las hermandades a fomentar esa parte buena y solidaria de la gente?
Con tres argumentos: siendo fieles a nuestros principios, siendo eficaces y siendo transparentes. Solo si se nos percibe como instituciones creíbles y con capacidad de tener un impacto real de mejora de nuestro entorno, conseguiremos ser inspiradores de esa vertiente caritativa de nuestros hermanos. Me gustaría reivindicar el uso del término Caridad, caricaturizado a veces como limosna cuando es la principal expresión del amor a Cristo. Y la solidaridad de quienes, sin compartir nuestra fe, puedan encontrar en nosotros un modelo válido para el ejercicio de la misma.
¿Quiere decir que no hay que ser católico para ser solidario?
Igual que atendemos a todo el mundo con independencia de su fe o creencia religiosa, creo que podemos recibir ayuda de hermanos, devotos, no hermanos o no creyentes. Lo importante es generar esa credibilidad social para que alguien que no sea católico confíe en la labor social que realizan las hermandades. Recibimos ayuda de particulares o empresas que son por definición aconfesionales.
Habla de esa estigmatización de la caridad como limosna. ¿Cómo debe, en su opinión, ejercerse la caridad en pleno siglo XXI? ¿Hacen falta planteamientos más profesionales que los de las últimas décadas?
Hablaba antes de un enfoque integral. Justo cuando llegó la pandemia, estábamos a punto de lanzar un proyecto en Tres Barrios en el que llevábamos trabajando un año con más de diez profesionales, un centro de servicios enfocado a mejorar la empleabilidad de los residentes y generar nuevas posibilidades laborales a través de la intermediación con empresas. Sucede que ahora el escenario es distinto, las condiciones del mercado de trabajo han cambiado radicalmente y la prioridad es sobre todo la pura subsistencia. Pero sin duda este debe ser el enfoque a futuro, y lo retomaremos, con los ajustes necesarios, en breve.
¿los sevillanos somos especialmente solidarios o podemos mejorar?
No tengo datos comparativos con otras provincias, más allá de la contribución con la X en la declaración de la renta, en la que creo que estamos en las primeras posiciones. Yo desde luego no puedo tener queja, cuando he tenido que recurrir a pedir, siempre he encontrado puertas abiertas, algunas con una generosidad extrema.
¿Cree que saldremos reforzados de esta crisis o que saldremos igual, o incluso un poco peor?
Me gustaría pensar que la toma de conciencia sobre nuestra extrema vulnerabilidad redundará eventualmente en una mayor empatía y unidad, y que por tanto saldremos reforzados; pero al mismo tiempo, si miramos el panorama político y la polarización que se traslada a la sociedad, la perspectiva es descorazonadora.
¿Por qué?
Es evidente que esa polarización viene de hace algún tiempo y que se está recrudeciendo últimamente. Debemos recuperar principios generales como la convivencia y el respeto que son los primeros que tiramos a la basura, cuando vamos a la confrontación. Esa fractura da la cara a posteriori y eso es lo preocupante.
¿Puede estallar esa polarización como una bomba de relojería?
Efectivamente. Por eso pido que centremos las prioridades y pongamos cada uno de nuestra parte cuanto nos sea posible. Y pidamos mucho al Señor y a la Santísima Virgen que nos iluminen a todos en la búsqueda de los instrumentos que nos ayuden a superar esta crisis.
¿Qué le parece la solución adoptada sobre la devolución de los abonos de las sillas de Semana Santa?
Las hermandades no deberían estar nunca en el centro de ninguna polémica y menos por económicos. Si la adoptada es la que ofrece mayor seguridad jurídica, creo que se ha acertado. Lo que no se podía hacer de ninguna manera era no devolver nada porque ninguna cofradía ha incurrido en el cien por cien de los gastos de la salida.
¿También se acertó con la polémica del IVA?
Creo que esa fue una polémica artificial. Si no se repercute el IVA a los usuarios sin estar seguros de que no se tenga que hacer tendríamos un problema. Creo que fue una cuestión de prudencia. Quizá hubiera sido aconsejable reducir el precio de los abonos. Pero eso ya es otra cosa.