Desde el pasado miércoles, un grupo de jóvenes de la Hermandad del Gran Poder se encuentra en Polonia para la celebración de la XXXI Jornada Mundial de la Juventud Cracovia 2016. Tras meses de preparación y coordinación desde la Diputación de Formación y Juventud, que culminaron este lunes con una Santa Misa en la Basílica de invocación al Espíritu Santo por los beneficios espirituales para los jóvenes peregrinos, ya se encuentran el Breslavia los chicos y chicas del Gran Poder coordinados allí por N.H. el sacerdote y párroco de San Juan Pablo II, D. Adrián Ríos Bailón.
El grupo de la Hermandad está integrado en los más de 1000 jóvenes que componen la comitiva de la Archidiócesis de Sevilla, que partía desde el aereopuerto de San Pablo y que ya se encuentra dispersa por las distintas ciudades que acogerán a los peregrinos.
La Jornada Mundial contará con la presencia de Su Santidad el papa Francisco en los días centrales de la celebración, a partir del 28 de julio hasta la Santa Misa de Clausura del domingo 31 de julio.
El lema de la XXXI JMJ es: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia” (Mateo 5,7). El Santo Padre Francisco eligió la quinta de las ocho Bienaventuranzas, que dijo Jesús en su Sermón a la orilla del Mar de Galilea, para subrayar la importancia de las Bienaventuranzas que son el corazón de la enseñanza de Jesucristo. En su primer Sermón, Jesús nos deja ocho indicaciones de la actitud que nos acercan al Reino de los Cielos.
La elección de Cracovia como el lugar donde se celebrará el encuentro de los jóvenes junto con el lema de este encuentro nos conducen a la Chispa de la Misericordia que, desde que Jesús Misericordioso se reveló a santa sor Faustina, se irradia a la Santa Iglesia Católica desde Łagiewniki, uno de los barrios de Cracovia. Cracovia es conocida en el mundo como la capital de la Divina Misericordia, y a los jóvenes peregrinos que vendrán a Polonia seguramente les gustará visitar el lugar de las revelaciones, la tumba de santa Faustina Kowalska y el santuario, lugar desde el cual Juan Pablo II encomendó el mundo a la Divina Misericordia.