EN DEFENSA DE LA VIDA
I. En el día de ayer, 15 de diciembre de 2022, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Derechos sexuales y reproductivos y de interrupción voluntaria del embarazo, más conocida popularmente como ley del aborto.
Las últimas reformas legislativas que se han aprobado en los Parlamentos europeo y español suponen un salto cualitativo en contra del derecho a la vida de los no nacidos, que se hace patente tanto en la decisión del Parlamento Europeo de impulsar la inclusión del pretendido derecho al aborto- desligado ya de el eufemismo “despenalización de la interrupción del embarazo”- en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, como en la aprobación por el Congreso de los Diputados español de la reforma de la ley que lo convierte, en esencia, en un derecho fundamental.
Esta reforma legal, tramitada con carácter urgente y extraordinaria, casi de tapadillo, con escasísima repercusión social y en prensa, más ocupada del seguimiento de la intensísima discusión política que de la defensa de la propia vida, no solo consolida el aborto en la legislación española, sino que facilita el acceso al mismo suprimiendo cualquier tipo de ponderación anterior que pueda contribuir a sopesar la decisión de acabar con una vida humana, cuando elimina la información anterior y el periodo de reflexión de tres días para la madre previo a la práctica del aborto y exonera del consentimiento de los padres de las futuras madres menores de edad, de dieciséis y diecisiete años, que pretendan abortar, lo que constituye de facto una agravación de la lesión del derecho a la vida.
Contemplando la situación actual, no se puede por menos de reconocer que defender la vida humana se ha vuelto hoy prácticamente más difícil, porque se ha creado una mentalidad de desprecio progresivo de su valor, confiado al juicio de cada persona. Como consecuencia, se ha derivado un respeto menor a la misma persona humana que es un principio que está en la base de toda convivencia civil, por encima de la fe que se profesa.
Sin embargo el Papa Francisco tiene palabras claras: “No se debe esperar que la Iglesia cambie su posición en este tema. Quiero ser completamente honesto al respecto. No es un tema que esté sujeto a supuestas reformas o “modernización”. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana”.
Es importante situar la reflexión sobre la defensa de la vida, y también la conducta desde el punto de vista científico-médico, dentro de la relación de la Iglesia con el mundo. Porque en esto consiste el rol público de la fe católica, que no habla sólo al interior de la persona, sino que expresa la realeza de Cristo también en el orden temporal y social y espera la recapitulación de todas las cosas en Él, Alfa y Omega.
II. En estas circunstancias, como parte que somos de la Iglesia Católica, LA HERMANDAD DEL GRAN PODER DEBE RECORDAR A SUS HERMANOS:
- Que sostenemos como verdad evidente, trascendental, que la vida es un don de Dios desde la fecundación hasta el instante de la muerte y solo a El corresponde darla o quitarla.
- Que nuestra defensa de la vida se sustenta no solo a argumentos religiosos y morales, también éticos, filosóficos, jurídicos, psicológicos, sociológicos y científicos esenciales para la supervivencia de nuestra sociedad.
- Que el derecho a la vida es anterior y superior a la propia constitución de toda comunidad política y/o Estado. Lo que legitima la creación de dicho Estado es la defensa de los derechos naturales. Y entre todos ellos el primero y nuclear, sin el cual todos los demás no existirían —la libertad incluida— es el derecho a la vida.
- Que debemos trabajar por revertir el relativismo social imperante. Resulta escandalosa la naturalidad con que la sociedad acepta la interrupción forzada de la vida. No acertamos a entender cómo escandaliza y moviliza cualquier atentado contra un ser vivo, vegetal o animal, al que se reconoce dotado de sentimientos y derechos que no se reconocen al niño no nacido, y no lo hace la pérdida de miles de vidas que podían haber sido y nunca serán. Obsérvese la repercusión de la aprobación de la Ley del aborto en los medios y, por ejemplo, la que tiene la Ley de bienestar animal.
- Que con la Iglesia, debemos defender la vida especialmente la de los que no tienen voz. En la Iglesia -recuerda el Papa en la “Evangelii gaudium”- hay un signo que nunca debe faltar: “la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (1). Entre estos -subraya Francisco-, están también los niños no nacidos, que son los más indefensos e inocentes de todos.Y lo entendemos así incluso en el terrible caso de que esa vida sea fruto de una violación, por cuanto es tan ilegal como inmoral hacer recaer el castigo sobre aquel que adolece de culpa. Por supuesto, tampoco cuando el motivo para acabar con la vida del no nacido sea una segura discapacidad, pues no deja de tratarse de una vida con dignidad propia, como cualquier otra. “La vida vulnerable nos indica el camino para salir y descubrir la alegría del amor”.
III. Por todo ello es necesario testimoniar como hermanos del Gran Poder y como cristianos de manera concreta que el respeto a la vida desde el momento de su concepción hasta el de su muerte natural es la primera justicia que se debe aplicar. Quien profana al hombre, profana la propiedad de Dios (2).
Nos posicionamos públicamente en este debate al lado de nuestra madre, la Santa Iglesia, y pedimos a nuestros hermanos su compromiso privado y público con la defensa de la vida.
IV. Como dijo el Papa Benedicto, tenemos que unir los esfuerzos para que las instituciones públicas pongan de nuevo en el centro de su acción la defensa de la vida humana y la atención prioritaria a la familia, en cuyo seno la vida nace y se desarrolla. Es preciso ayudar a la familia con todos los instrumentos legislativos, para facilitar su formación y su obra educativa, en el difícil contexto social actual.
Por ello os invitamos a participar activamente en las actividades de culto y formación de la Hermandad, particularmente en las de la Cátedra Marcelo Spínola, cuyo curso estará dedicado a estudiar los argumentos morales, filosóficos, médicos y legales que urge que conozcamos bien para participar, de manera consecuente, en el debate público sobre el aborto de los próximos meses.
Además entendemos que todo aborto es una tragedia para la sociedad y un drama con dos víctimas. Nuestra preocupación también debe ser la atención de estas vidas heridas. Hemos hecho poco, dice el Papa, “para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras”
Como no puede ser de otra manera, los brazos de esta Hermandad deben estar abiertos, en estos casos, para acoger y amar a cualquier madre que precise ayuda. Además, ¿Alguien tiene la menor duda de que esas madres encontrarán en el bendito rostro del Señor la misericordia de Dios?
Sevilla, 16 de diciembre de 2022.
(1) Cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium del Santo Padre Francisco de 24.11.2013, 195.
(2) Cf. Gn 9, 5