La Consejera de Cultura y Patrimonio Histórico Dª Patricia del Pozo Arenas presentó el pasado 15 de junio la restauración del lienzo de la Hermandad del Gran Poder “los Desposorios de la Virgen María”, que gracias a la línea de subvenciones para la conservación del Patrimonio Religioso de dicha Consejería y con la aportación de la Hermandad, se ha venido desarrollando desde el pasado mes de diciembre.
Los trabajos de restauración han sido coordinados por la conservadora-restauradora Dª Concepción Moreno Galindo, quien dirigía un equipo multidisciplinar que, gracias al desarrollo de las investigaciones paralelas a la actuación sobre la materialidad, han podido enmarcar a los Desposorios como una obra muy cercana al discípulo de Bartolomé Esteban Murillo, Francisco Meneses Osorio.
En el acto, en que estuvo presente la Secretaria General de Patrimonio Cultural, Dª Macarena O´Neill, nuestro Hermano Mayor, D. J. Félix Ríos, el resto de equipo de restauración y la Junta de Gobierno de la Hermandad, se dieron a conocer algunos de los avances de la investigación que se cerrará en las próximas semanas.
La magnífica calidad de la obra se encontraba oculta tras varias capas de diferentes barnices oxidados y oscurecidos, repintes de diversa tipología y materiales, estucos y yesos sobre el original, ocultando partes importantes de la película pictórica. Descuelgue de la tela y abolsamientos. Junto a todo ello, la intervención más agresiva, diría que brutal, la mutilación de parte de la obra por ambos extremos. Desconocemos qué falta y cómo quedaría la escena original, pero este acto debió cometerse antes de la llegada, en el s. XIX de la pintura a la Hermandad del Gran Poder.
El proceso ha consistió en el tratamiento del soporte, conservando el reentelado, pues cumple perfectamente su misión y está estable. Por ello, no se ha retirado para no provocar mayores daños, debido a la extraordinaria adhesión de ambas telas. Se retiraron repintes, yesos sobre el original y barnices, devolviendo a la obra su extraordinaria calidad y cromatismo.
Pero lo más interesante es la investigación realizada durante el proceso, pues el trabajo de un equipo multidisciplinar coordinado, profesional y, sobre todo, con una gran ilusión puesta en el proyecto, han derivado en la atribución al discípulo más destacado de Bartolomé Esteban Murillo, como lo fue el pintor Francisco Meneses Osorio, y situarla cronológicamente en el último cuarto del s. XVII.
Es una obra ortodoxa, que mantiene todas las recomendaciones técnicas sugeridas por los tratadistas de la época, como Francisco Pacheco y Antonio Palomino: los ocres “bañados” con laca amarilla, la adición de albayalde a todos los colores para conseguir luminosidad de los tonos, la aplicación de una capa de blanco y negro de humo bajo los azules, “para crear lindos tonos”. Así podríamos continuar con numerosas referencias que se encuentran en la obra, fiel a la excelencia técnica impuesta en la época de ejecución.
Una obra sevillana, con imprimación al óleo que mezcla el aceite con la denominada “tierra de Sevilla”, admirada por Pacheco y recomendada por Palomino, que no era más que el barro extraído de las orillas del Guadalquivir. Los análisis así nos lo confirman, y así nos emociona pensar que también la esencia de Sevilla se encuentra en la obra. Una mezcla de materiales y con la misma composición, exacta, que las preparaciones de Murillo, incluso en las impurezas encontrada en los materiales.
Una obra, no de un seguidor de Murillo, sino de un artista que vivió, convivió y bebió, de una de las técnicas más sublimes de la historia del arte Andaluz, de Murillo.
Una obra que debe darse a conocer y compartir con los sevillanos y andaluces, y enorgulleceros que pertenece a vuestra Hermandad.
Desde estas líneas agradecemos el trabajo técnico coordinado por la Doctora Moreno Galindo, compuesto por: Andrés Sánchez (químico), Juan José Jaén (carpintero), Roberto Salas (fotógrafo), Juan Antonio Silva (doctor en Historia del Arte) e Isabel Rabadán (conservadora-restauradora).